viernes, 25 de diciembre de 2015

Un Cuento cercano a la Navidad



"Un Cuento cercano a la Navidad"


Eran los días más fríos de la época, no se había conocido temporada tan helada como esa en años. En el bosque de pinos, aullaba el viento, amenazando la vida de quien estuviese cerca. Dentro de una pequeña casa de madera chisporroteaban las últimas brasas en la chimenea. Un niño, tembloroso, acercaba sus manos a raz del fuego procurando calentarse.

Su padre preocupado recibía ayuda de la mamá del niño para arroparse, se preparaba para salir, tenía que conseguir más leña o no podrían sobrevivir a la tormenta o el frío. Endemoniada, la ventisca cubrió sin ningún aviso el bosque de blanco a toda prisa, no les permitió estar listos a tiempo, la madera y la comida era escasa.

Sin más, el padre tomó su hacha y se dispuso a salir a la tormenta, caminó por un rato pero la borrasca de viento y nieve cubría todo, se encontró a si mismo en un campo blanco repleto de montículos también blancos, cada vez que creía encontrar un tronco no era otra cosa que una roca alta cubierta de nieve. Tampoco estaba seguro de que estuviese avanzando mucho, los pies se le hundían en la nieve y el camino no era para nada visible.

La piel le ardía, sus pulmones se rendían a la par de sus piernas, sufría de un cansancio extremo y aún no conseguía lo que salió a buscar. Creyó ver un pedazo de tronco asomándose de entre la nieve bajo un pino. Con el único esfuerzo que le quedaba corrió hacia él.

Llegó a la base del pino, pero bajo él no estaba sólo su tronco sino un hombre.
Seguía con vida, el padre podía escuchar sus roncos respiros. El padre del niño tenía un corazón noble, siempre anteponía la seguridad de los demás antes que la suya, aunque de ayudar a ese hombre tendría que volver a su hogar con las manos vacías, pues debía de cargarlo, además otra persona no haría más que agotar su comida con mayor prisa.

Como ya lo había dicho; el padre no era muy listo, sino noble. Puso el brazo del otro hombre sobre sus hombros y lo llevó hasta su casa. Abandonó la razón y siguió su corazón, sabía que era lo correcto así que tomó su decisión.
.
Al llegar a su hogar recostó al hombre junto al débil fuego que cuidaba de su hijo, quiso volver a salir, pero sus músculos adoloridos y cansancio se lo impidieron. Apenas se hincó en el suelo cayó rendido y quedó dormido.

 - ¿Quién es usted?
 - No soy nadie hijo
 - ¿Cómo sobrevivió allá afuera?- le preguntó la madre.
 - El frío se me da bien, soy resistente, de donde vengo hace todavía más
 - ¿De donde viene?
 - "Nadie viene de ningún lugar"

El niño inconforme le volvió a cuestionar su procedencia.

 - No importa mucho de donde vengo, nadie va ahí, pero si insisten, vengo del norte
 - ¿El norte?
 - Disculpen mi humor, pero tengo frío y hambre

La madre le ofreció un poco de masa para comer.

  - Disculpe, es todo lo que le puedo ofrecer, no hay como cocinarla
  - Es más que suficiente, gracias, tendrá algo de beber?
  - Sólo un poco de leche vieja, pero te mantendrá caliente
  - Sinceras gracias

La madre volvió junto a su esposo, recostada junto a él lo abrazó.
Un pedazo de madera tallada sobresalió del bolsillo del hombre.

  - ¿Qué es eso? - El niño preguntó.
  - Un juguete que le tallé a mi hijo, tendría tu edad cuando se lo regalé
  - ¿Donde está él?, ¿En la nieve?
  - No lo sé... tal vez, hace mucho que no lo veo
  - ¿Estabas llevándole su juguete?
  - Seguro...¿Porqué no duermes? Estás cansado, tus padres ya se han quedado dormidos.
  - Ésta bien
  - Recuerda darle las gracias a tus papás cuando me vaya
  - ¿Te vas?¿Vas a buscar al niño?
  - Sí, entraré en la tormenta por última vez, tal vez por fin lo encuentre

El niño se había quedado dormido y el hombre perdió su vista en el fuego mientras se extinguía.
El viento pasó silbando entre cada hoyo en la pared, la noche cayó y con ella el sueño de la familia, los derrotó y descansaron por más de lo que esperaban, el hambre los dejó muy débiles.
El padre despertó de un salto, el olor a madera quemada le asustó, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que perdió la consciencia. Había leña ardiendo en la chimenea y aún más apilada a un lado. ¿Cómo era posible?. Despertó a su mujer, el niño le siguió por su cuenta. La madre advirtió la comida, manzanas y otras cosas. "!El hombre!" pensó el padre, pero no lo pudo encontrar, se asomó afuera y no se veía rastro de él.

- Dijo que iría con su hijo

Los padres quedaron desconcertados, pero tremendamente agradecidos, su bondad les trajo la ayuda que necesitaban.

- Él dijo gracias - El niño les mencionó a sus padres mientras él jugaba con el soldadito de madera que le dejó el hombre del norte.

...Quizá esta historia pudo haber inspirado alguna otra, ¿Quién sabe?