lunes, 26 de diciembre de 2016

Un Soldado de Madera




"Un soldado de madera"


El maestro carpintero terminaba los últimos detalles de la base de cañón, de no ser por su avanzada edad la habría terminado antes, pero éste trabajo le tomó toda la tarde.

Algo silbó desde el fuego en su chimenea, el té estaba listo, se sirvió un poco en su taza de madera y se dispuso a beberlo.

Alguien tocó a su puerta, con dificultad atendió a su visitante, un niño con la cara sucia.

  -  Señor ¿no tiene algo de comer?
  -  Sólo té, me temo que la comida escasea por estas fechas ¿quieres un poco?
  -  Sí, ¿qué es té?

El maestro se rió un poco y le sirvió en una pequeña taza. Como era de esperarse el niño se quemó un poco al beberlo tan aprisa.

  -  ¿Qué es esto? - dijo a la vez que sujetaba una figurilla de madera tallada.
  -  Olvidé que lo tenía, es un soldadito de madera, lo tallé el primer día que llegué aquí, a nadie le hizo gracia.
  -  Me gusta mucho ¿me lo puedo quedar?

Antes de poder contestar, alguien más tocó a la puerta, golpes rápidos y fuertes, no era una visita similar.

El maestro le pidió al niño que saliera por la puerta trasera.

  -  Lento como siempre - dijo su nuevo invitado. Un hombre alto con uniforme.
  -  Disculpe capitán ¿le puedo ofrecer un poco de té?
  -  No hay tiempo, he venido para ver tu progreso en las bases que te pedí.
  -  Estoy en eso, estarán listas.
  -  El barco zarpará pronto y las necesito, entraremos en continuo combate... - el capitán se interrumpió al ver la figurilla sobre la mesa. - ¿Qué es esto?
  -  No es nada, sólo...
  -  ¿Es una broma? ¿Un soldado de madera? Necesito que dejes de perder tu tiempo en estas estupideces. Estos "soldados" no me van a hacer ganar ninguna guerra.
  -  Depende de la guerra en la que esté luchando, señor.

El capitán sólo le dirigió una mirada severa, escupió al suelo y se detuvo en la puerta al salir.

  -  Más te vale tener las bases a tiempo o te las verás conmigo.


Al día siguiente el niño volvió a aparecer en el taller.

  -  ¿Qué clase de gorro traes puesto? - le preguntó el carpintero.
  -  No es un gorro, es el pie de un calzón.
  -  ¿Un qué?
  -  Se lo quité a un hombre gordo, es la ropa que usaba para dormir, le cubría todo el cuerpo y yo sólo le quité una parte.
  -  Ya veo, no deberías robar.
  -  Podrías enseñarme.
  -  ¿De qué hablas?
  -  Si aprendo a tallar la madera tan bien como tú, seguro tendría un empleo.
  -  Es peligroso saber hacer lo que hago, estamos en guerra, con tu edad seguro te pondrían en un barco a hacer reparaciones durante los combates
  -  No pienso ayudarles a ellos, quiero aprender a hacer esto - señaló la figurilla - conozco otros niños que les gustaría tener uno.


La fecha de entrega para las bases de los cañones estaba cerca, pero tras mucho insistirle, el carpintero terminó accediendo a enseñar al niño de la calceta en la cabeza a tallar madera.

Juntos hicieron más de cien soldaditos de madera, solían dejarlos en la parte trasera del taller, con el tiempo, un nuevo niño pasaba a recoger una figurilla cada día.

Eran muchos los niños huérfanos que había en el campamento de guerra, por lo que siempre continuaban haciendo más.

Llegada la fecha de entrega, el capitán apareció muy temprano en el taller.

  -  Necesito esas bases para mis cañones ¿Están listas ya?
  -  Por supuesto, puede llevárselas.

El capitán hizo un ademán para que sus hombres entrarán y empezaran a cargar las bases. Detrás del taller estaba el niño tallando una nueva figurilla para otro huérfano que no había alcanzado a recoger un soldadito. Unos de los hombres del capitán se percataron de él y entre burlas le arrebataron el soldadito.

  -  ¿Qué pasa ahí atrás? ¿De qué se trata ese alboroto soldados?
  -  El niño, mire lo que hizo ¿no es lindo? - dijo en burla.
  -  ¡Maestro Carpintero! veo que se consiguió un aprendiz y uno muy bueno
  -  Señor no...
  -  Enhorabuena, he encontrado la forma en que me compenses el retraso de tu entrega, hemos perdido a un carpintero a bordo y estamos cortos.
  -  Capitán le pido...
  -  ¿Qué dices niño? ¿No deseas estar el ejército del rey? Sería un honor para ti.
  -  Yo iré con usted - interrumpió por fin el maestro carpintero - soy el mejor en lo que hago, seguro podré serle de más ayuda, el niño no sabe lo suficiente.
  -  Nos iremos de inmediato entonces, ve y prepárate anciano.

El capitán se puso en camino con sus hombres tras él.

  -  Volveremos por ti muchacho - se burlaron los marineros.

Al maestro carpintero le temblaban los huesos, pero aún así se las arregló para hincarse frente al muchacho.

  -  Ocúltate y no dejes que te encuentren, una vez que subes a uno de esos botes, es una sentencia de muerte - lo sujetó de un brazo, se dio cuenta que su mano le temblaba al hacerlo - promete que lo harás.

El niño se limitó a dirigirle una sonrisa, el sentimiento detrás de ella era irreconocible. De uno de sus bolsillos sacó una figurilla, ésta era más pequeña que las últimas, pero la atención al detalle era impecable, nada que el carpintero hubiese visto antes. El niño le obsequió la figurilla al maestro, éste la tomó y vio en sus manos la forma tallada del niño, con su gorro puntiagudo, rostro sonriente y zapatos rotos.

  -  Esto es magnífico pequeño...estoy seguro de que te convertirás en un gran hombre y maestro carpintero también.

El barco partió ese mismo día con el viejo maestro carpintero a bordo, unos hombres enviados por el capitán habían buscado al niño por todo el campamento, pero no pudieron dar con él y se marcharon.

El carpintero pasó varios meses en el mar, sufrió varias batallas, pero los daños, el agotamiento y su avanzada edad no le permitieron emprender el viaje de regreso, tras haber completado con valor y empeño su misión, al fin pudo descansar en eterna paz.

Cuando el capitán regresó al campamento, en busca de un carpintero de reemplazo, volvió a mandar buscar al niño. Nadie pudo encontrarlo. Aún así, los huérfanos en el campamento seguían apareciendo cada día con una figurilla tallada cada quien.

Años pasaron sin que alguien supiese que fue del niño, lo único que conocían era que si un niño dejaba un mensaje escrito afuera del viejo taller, al día siguiente encontraba una figurilla en su lugar.

Se dice que los juguetes nunca dejaron de aparecer.

6 comentarios:

  1. Bonito cuento para leer en Navidad. Un abrazo.

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    1. Tremendas gracias por los ánimos. Que lo disfrutes.

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  2. Precioso cuento, para que a ningún niño del mundo le falte un juguete. Un abrazo

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    1. Existen todo tipo de regalos, agradezco el que le das al cuento al leerlo.

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Opiniones constructivas y sugerencias enriquecedoras.